sábado, 29 de noviembre de 2008

Luna Cautiva

De nuevo estoy de vuelta
después de larga ausencia,
igual que la calandria
que azota el vendaval.
Y traigo mil canciones
como leñita seca,
recuerdo de fogones
que invitan a matear.

Y divisé tu rancho
a orillas del camino,
en donde los jazmines
tejieron un altar.
Al pie del calicanto
la luna cuando pasa,
peinó mi serenatal
a cresta del sauzal.

Tu amor es una estrella
con cuerdas de guitarra,
una luna que me alumbra
en mi oscuridad.
Acercate a la reja
sos la dueña de mi alma,
sos mi luna cautiva
que me besa y se va.

Escucha que mis grillos
están enamorados
y lloran en la noche
lamentos del sauzal.
El tintinear de espuelas
del río allá en el vado
y una noche serena
respira en mi cantar

De nuevo estoy de vuelta
mi tropa está en la huella,
arrieros musiqueros
me ayudan a llevar.
Tuve que hacer un alto
por un toro mañero,
allá en el calicanto
a orillas del sauzal.

Chango Rodriguez

jueves, 27 de noviembre de 2008

Tu Fantasma

Me decido a tararearte
todo lo que se te extraña
desde el siglo en que partiste
hasta el largo dia de hoy .
Me acompaña mi guitarra
porque yo no sé de cartas
y ademas ya tu conoces que
ella va donde yo voy.

Lo unico que me consuela
es que uso dos almohadas
y que ya no me torturo
cuando te hago trasnochar.
Otro alivio es que en su arbol
los pajaritos de alba
siguen ensayando el coro
con que te bienveniran.

El teléfono persiste
en coleccionar absurdos
embromarme sigue siendo
un deporte universal.
Y la puerta esta comida
donde la ha golpeado el mundo
cuando menos una buena parte
de la humanidad.

El cine de enamorados
tuvo un par de buenas pistas
nuestro cabaret privado
sigue activo por su bar.
Se nos sigue desangrando
la llave de la cocina
y yo sigo sin canciones
habiendo necesidad.

Pueden ser casualidades
u otras rarezas que pasan
pero donde quiera que ando
todo me conduce a ti.
Especialmente la casa
me resulta insoportable
cuando desde sus rincones
te abalanzas sobre mi.

No exagero si te cuento
que le hablo a tu fantasma
que le solicito agua
y hasta el buche de café.
En dias graves le he pedido
masajes para mi espalda
los peores ni te cuento
porque no vas a creer.

Hay dias que en tu sacrificio
acaricio tu fantasma
pero dónde iba el delirio
no oigo tu respiración.
Siempre termino en lo mismo
asesino tu fantasma y la diana me sorprende
recostado en el balcón.

Ya no sé si lo que digo
realmente nos hace falta
hoy no es dia inteligente
y no sé ir mas alla.
Pero cuando puedas vuelve
porque acecha tu fantasma
jugando a las escondidas
y yo estoy muy viejo ya.


Silvio Rodriguez

viernes, 21 de noviembre de 2008

Dejate Convencer

Un día la vida echará abajo tu puerta.
Rendida, acorralada te pedirá cuentas
por este fracaso,
por haberme mentido.
Y no encontrarás al hombre que te ponga a salvo,
que el hecho de estar vivo siempre exige algo.
Déjate convencer,
duerme esta noche conmigo.
Que el amor se encuentra antes si se busca.
Mira que casualidad si yo fuera tu hombre
y la duda de haberte dado luz
no te deja dormir nunca.

Déjate convencer.
Ya habrá alguien que se haga cargo
de recoger las culpas de este pecado.
A donde iré, sin este abrazo.
No te puedes negar,
no sea que nuestro pasado nos llegué a atrapar.
Esta noche está en nuestras manos decir alguna verdad
que ya, que ya mentimos a diario.

Anda, echa un vistazo a tu alrededor,
no seas tonta,
mira que no hay un alma que llevarse a la boca,
que hay que repartir caricias
y esta noche me toca.
Que yo también comparto los mismos miedos,
también busco una cinta para atar el tiempo.
También arrastro conmigo una cadena de sueños.

Un día la vida echará abajo tu puerta.
Rendida acorralada te pedirá cuentas por este fracaso,
por haberme mentido.

Ismael Serrano

viernes, 14 de noviembre de 2008

Cita

Yo estoy muy bien sola...Tengo casa, coche, buen trabajo... lo único
que busco en un hombre es la inseguridad.


ANONIMO

martes, 11 de noviembre de 2008

Te quiero a las diez de la mañana

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día.
Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en
las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando
me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en
el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a
odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás
hecha para mi, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre,
que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en
donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú
vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un
instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que
tengo hambre o sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días
también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena
como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo,
me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante
mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor
mío?

JAIME SABINES