viernes, 5 de diciembre de 2008

Vergüenza

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana, al descender al río,
la que besaste llevará hermosura!

Gabriela Mistral

2 comentarios:

Laura Albertini dijo...

Amiga que lindo poema!!! Aunque te digo que no tenés que envidarle a tu tocaya, la Mistral.
Te quiero muchisimo amiga, y de vuelta, muchisimas gracias por estar, tanto en las buenas como en las malas

María Gabriela Costigliolo dijo...

Para servirle amiga.
A la pluma magistral de Gabriela mi tocaya no la envidio, la admiro.
Un beso